«"Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?". "Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar", dijo el Gato. "No me importa mucho el sitio...", dijo Alicia. "Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes", dijo el Gato.»
(Charles Lutwidge Dodgson, Lewis Carroll; Daresbury, Cheshire, 27 de enero de 1832 – Guildford, Surrey, 14 de enero de 1898. Alicia en el país de las maravillas, 1865)
Es imposible saber qué y cómo queremos educar si no tenemos bien presente y claro a quién y para qué pretendemos educar... En realidad, el problema es totalmente dialéctico, porque el a quién y para qué se verán, a su vez, continuamente cuestionados y revisados por el qué y el cómo. El gato de Cheshire creía que la meta determinaba absolutamente el camino, pero Alicia intuía, sin demasiada precisión, que el propio camino elegido podía contribuir a clarificar la meta. Y es que el ser humano no puede evitar actuar (hasta la inmovilidad es una acción), aún cuando no sea capaz de definir sus objetivos. Por eso Alicia, aún confusa, resulta mucho mejor pedagoga que el minino.
Nacho Fernández del Castro, 10 de Marzo de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario